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miércoles, 26 de enero de 2011

Irrefutable.

El cielo habia sido interrumpido por el ensordente e interminable sonido sónico de aviones y helices de helicopteros. Era curioso, pues después de un largo tiempo, la gente comenzó a acostumbrarse.
Recuerdo el día donde con mis primos, brincabamos en un lugar prohibido del hotel, sólo para caer en agua cristalina y fresca... A lo lejos. En el desierto.

El sonido seguía allí.

Cada día eran mas intensos los ataques hacía las autoridades, en verdad se sentía como una guerra. Me pregunto ¿Dentro de 20 años estaremos en los libros de historia? Porque, somos historia ¿o no?. Y por más que no quiera reconocerlo, no sólo se sentía en el ambiente la ambición de buscar y conquistar el poder, sino que en efecto, lo era.
Conquista. Despiadada conquista.

Un día me atrapé en uno de los tantos casinos de la ciudad. Todos saben que dentro de ellos se reúne gente importante para firmar acuerdos y traiciones, en realidad no lo entiendo. La gente lo sabe, aún va y lo ignora. O aquellas personas involucradas en la actúal violencia nos ven como simple moscas, como cero amenaza... Lo suficiente para no cambiar la reunión de lugar. Una vez más, como en tantas historias, el mal triunfó.

El dinero de mi pago había terminado, no más dinero por hoy. No más apuestas. Me retiré con la cabeza viendo al piso, las puertas automáticas se abrieron, y regresé a la tensión, al mismo sonido, a la desesperación de verme envuelto en la misma pregunta una y otra vez ¿Cuándo terminará?

Me sentí como un pez luchando contra corriente, pues mientras yo buscaba mi automóvil, las demás personas querían entrar al casino. No estoy seguro si van a gastar dinero, tan sólo por adicción a las apuestas, más bien creo que son como yo... Tan sólo buscan un lugar para poder olvidarse de un sonido ensordente, y pasar a otro. Después de todo, no era novedad que a través de los años, cualquier instalación de ese tipo, había permanecido intácta y sin ataques.

Caminé entre la multitud la cuál cada vez era menos... El estacionamiento me parecia eterno, pero a lo lejos podía ver mi carro, el único con las intermitentes prendidas. Lo olvidé, otra vez lo olvidé. Para cuando llegué a el, me encontraba cerca de una universidad, dónde los estudiantes pasaban la mayor parte del día y la noche, tan sólo para estar con amigos queridos y cercanos... Así como los padres, preferían estar juntos.

Las turbinas y helices se notaron más turbiosos, había un ataque. ¿Cerca de la universidad?. Peor aún. Hacía ella.

Tenía mi carro en frente, pero había mucha gente gritando y corriendo, de tanto ruido aún recuerdo la expresión después de un grito desesperado de pánico.. "¿Por qué hacen eso?" La pobre chica, llorando lo cuestionaba una y otra vez.

Más a lo lejos, entre los árboles y un terreno, un autómovil exploto. Era de noche, pero por un momento, la cara de todos se ilumino de un color naranja y amarillo. Recuerdo los ojos brillantes de muchas personas.
Pero irrefutablemente, comenzaban a lanzar misiles contra nosotros.

Corrí en dirección a mis compañeros, quería auxiliarlos o hacer algo que no me hiciera sentir idiota o imbécil, pero los misiles caían más y más. Ví morir a muchos humanos, muchos volaron en pedazos.
Me quedé quieto por un momento, no sabía para donde correr... Pero tomé la dirección equivocada si eso preguntan, pues sólo recuerdo un calor intenso en mis piernas y vientre. Sabía que moriría, no tuve el valor para ver hacía abajo, pero sentí paz. Escuché muchos gritos y explosiones... Pero de pronto, nada. Ignoro la idea de si hay un Dios o un paraiso. Pues realmente, cualquier lugar que me apartara de tanta violencia, sería mejor.