Volemos bajo el cielo multicolor, sobre las ciudades flotantes. Volemos con las palmas extendidas, sin timón o volante.
En un sábado por la mañana, lejos de los polvos que me irritan, sobre los mares violetas, sobre el reflejo de nuestro saludo.
Volemos sobre lo que piensen de mi o de ti, donde los rayos nos den calor extremo, tan alto que nos falte aire; Donde la luna ya no se ve como un botón pequeño.
Volemos sin miedo, alas o plumas. Arriba de todos, abajo del mayor misterio. Donde las aves se esconden y festejan, donde algún Dios forja su rayo.
Cada vez más elevados, cada vez más cerca de las personas que ya no vemos. Más cerca de donde residen los pecados, en donde llegan nuestros suspiros en busca de calma cuando la necesitamos.
Llegamos tan alto, que lo siguiente es dejarnos caer y planear de regreso en un avión de papel. Para ver todo lo que hemos subido y con suerte bajar con menos preocupaciones.