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jueves, 15 de julio de 2010

Contra el mar.


"Tantas veces que me dije a mi mismo que no me vería involucrado en algo como esto, y ahora no puedo detener la idea que va llenando mi cabeza. Ahora debo escribirlo todo a detalle... O al menos, justo como logre recordarlo."






No cabe duda que una de las cosas que más podría disfrutar es estar en alguna costa o playa. Aclaro que lo que me gusta no es en si el mar, ni las bebidas alcohólicas, tampoco los tatuajes de henna o las trenzas con ligas en el cabello. Lo que pasa es así, a pesar de que el mar sea una de las pocas cosas que me den miedo, de una manera paralela me está proporcionando un placer enorme. Sé que no soy la única persona y no seré la última en decirlo y describirlo.

Mi escena ideal de tranquilidad la tengo muy bien definida, y lo sé con mayor intensidad por que lo he vivido varias veces... Así que sé distinguir cuál es el panorama de más agrado.

Por eso a veces suelo cerrar los ojos y comienzo a viajar como hace unos 2 ó 3 años que fue hasta ahora la última vez que mis pies desnudos sintieron los granos de arena entre los dedos, y de repente, comienzo a sonreír.

Estoy sentado a unos pocos metros de la orilla del mar. No tan cerca para no sentir miedo pero no tan lejos para poder sentir las pequeñas gotas de agua salada que salpican y son trasladadas por la brisa que suele frecuentar las costas de las playas por la noche.
Doblo mis pies para poder recargar mis brazos y poder agachar mi cabeza, no quiero escuchar modos de transporte móvil, tampoco aéreo y mucho menos a las personas. No quiero escuchar otra cosa que no sea el ambiente marino... Por qué no hay otra cosa mejor como por un momento dejar de pensar sobre todas las cosas que acechan por las noches y no nos dejan dormir. Una noche en la playa me proporcionaría felicidad para tantos meses más.

Y aún así es tan curioso pues siempre después de estar en la costa, parece que la arena se mete en tu ropa a propósito... Y lo primero que viene a mi mente es que me incomoda y que debo ir a las regaderas para sacarla por que realmente no es de mi agrado... Pero al día siguiente vuelve a pasar lo mismo y así muchas veces hasta que de pronto ya no incomoda y todo es tan habitual.

El mar es tan inmenso y aterrador. Para mi, basta con una simple mirada para quedarme impactado y no saber que hacer, pero no se irá a ningún lado y yo si. Tal vez si dejara de ser un hombre de paso y me convirtiera en uno fijo y firme, el mar me comenzaría a tentar y con el tiempo rompería el miedo que me detiene a probar una delas más grandes experiencias que alguien puede tener en sus vidas.

Pero en fin... Eso es lo que más me gusta sobre las costas y playas. La vida nocturna en ellas. A veces hasta se puede escuchar como salen corriendo los cangrejos entre la arena para hacer agujeros y dar una pequeña siesta... Pobre, ¿Cuántas veces los habré despertado? Aunque ni tanta lástima me dan, ¿Cuántas veces no me sujetaron un dedo entre sus tenazas?... Yo creo estamos a mano.


Y por eso es que escribo todo lo de arriba. Por que en 16 horas un avión me llevará cerca de las costas del pacifico para encontrarme con mi tía Neyda. Es cierto cuando digo que me agrada la noche en el mar, pero aún sigue siendo aterrador... Y más cuando te llevan contra corriente.

Ni si quiera me gustan los aviones.

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