rss
email
twitter
facebook

lunes, 7 de diciembre de 2009

En un bar....

Déjeme contarle algo, mi gran amigo, porfavor no me interrumpa.
¿Hace cuánto que nos conocemos?... ¿17 años? Es una gran cantidad de tiempo.

¿Sabes? Que curioso, antes de llegar aquí, mi vida era un caos, no sabía que vivir, sentir e incluso saborear. Todo era demasiado confuso allá afuera. Claro que tuve una vida propia... Una esposa y una hija llamada Tanya, es un nombre común y sencillo. Solía cargarla en mis brazos y decirle que la quería demasiado, que era la luz de mi vida, mi más grande logro en toda la historia... Claro que no podía hacerlo enfrente de mi esposa, porque... Se ponía celosa.
Mi esposa se llamaba Jessica y la conocí en un bar. No es el lugar más romántico, pero llegó cuando menos lo esperé.

Esa noche había perdido mi único trabajo en el barrio chino. Se supone que debía repartir el pescado a todos los clientes, pero no siempre podía terminarlo, la mayoria de las veces terminaba metiendo el pescado en una bolsa negra y pretendía que era basura, para así llevarlos a casa y alimentar a mi familia.
Es dificil allá afuera ¿sabes?, con salarío minimo de 50 pesos al día, uno no puede ayudar a sus queridos. Y menos cuando uno tiene un problema tan grande de bebida.

No... Nada justifica que haya robado los pescados, pero ¿usted no haría lo mismo?... Bah... ¿Por qué hacerle una pregunta, sabiendo que mentirá?...

Cuando perdí el trabajo... No supe que hacer. Batallé para llegar a casa y mejor pasé a tomar unos cuantos tragos... Y lo que fueron 2 vasos se convirtieron en 2 botellas, y después. 200 pesos a pagar.
Muy apenas me libré de las deudas de alcohol pero mi estómago se sintió mal. Mi cabeza dió vueltas... Que perfecta combinación para sacar toda sustancia nociva de nuestro organismo; Y así fue... Me encontraba en el mismo callejón del bar, vomitando mis problemas.

Llegué a mi casa y le conté el problema a mi esposa; sé que pudo distinguir mi olor a cerveza por lo que no tuve que dar excusas, no había mucho que esconder.
Lo tomó demasiado bien y dijo que no me preocupara.. Que lo superariamos juntos.

Al día siguiente fui a buscar trabajo y para la noche ya estaba siendo contratado como mesero de un pequeño restaurant de comida casera. Me prometí no volver a robar y sobre todo a no tomar alcohol en momentos de desesperación.

Regresé con mi esposa para darle la gran noticia, pero ella ya me había dejado. Se fue sin decir nada, se llevó a mi hija Tanya... Y le enseñaría una foto de mi esposa e hija, pero por alguna razón no encuentro sus fotos en mi pedazo de cuero.
Justamente cuando busco el retrato que aluna vez tuve de mi hija, o cuando intento buscar a mi esposa en el bar, mis sentidos se confunden; Toda mi existencia se pone en duda.



-Armando-

0 comentarios:

Publicar un comentario