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miércoles, 2 de diciembre de 2009

Metro-chica

El Viernes pasado.

Un día importante para ir a trabajar ¿O no lo fue?
Aquél Jueves, la temperatura había llegado a -1°C. Nunca hize caso ante advertencias de mis amigos y vecinos, para prevenir exactamente lo que me paso ese día. Pues, el carro no encendió.
Llevaba 1 años siendo residente y nunca había utilizado el Metro subterráneo de la ciudad.
¡Qué Va! - Me dije. Siempre hay una vez para todo.

Tomé mi maletín junto con mi café y salí apresurado. No tenía idea de cuanto tiempo me tomaría llegar caminando a la estación del metro, y tampoco sabía hacía que dirección tomar el metro ni cuánto tiempo tardaría para llegar del metro, a las oficinas de donde solía trabajar.

Viernes... Importante.
Día, donde si mis problemas de tartamudez de la infancia regresaran. O si mi timidez precoz que vencí hace años, se hiciera presente... Todo quedaría arruinado.
"¡JA! ¿Pero que sandez podría pasar? El puesto, la oficina y la pequeña máquina de café express, serán míos.
¿Y con una competencía tan mediocre como L.W.?... Por favor, me lo han puesto en bandeja de plata".

¡Al Fin llegué!... A la estación del metro. Pero vaya que fue eterno el camino. En carro todo va más rápido. Va que vuela sin ser avión, pájaro o cucaracha voladora.

Lo que les voy a contar, es real. La historía puede parecer muy trillada, pero algún día te sucederá a tí. Y cuando así sea, te acordarás de mí y de ésta "pequeña historia"". Reflexionarás, y creeme, sonreirás por un largo tiempo.

Como podrán imaginar, al llegar al metro realmente no tenía idea de a dónde ir, ni cuál ruta tomar. De hecho, para despistar mi ignorancía, intenté conversar con una señorita para saber hacía dónde iba y si por algún motivo, nuestros destinos coincidían, tendría mi propia Guía Touristica.
Pero en ese momento, el Metro 211 había llegado.

Mas de la mitad de las personas que estaban esperando el Metro, lo abordaron. Y pensé que era improbable que el 70% de las personas fueran al lugar opuesto de a donde yo iba, estúpidamente pensado.
El Metro comenzó a andar, era buena hora y me despreocupé. Todo iba bien. Todo marchaba bien... Hasta que llegamos a la siguiente parada.

Aquí viene la parte trillada y conste que lo advertí.

¿Alguna vez les ha pasado que ven alguna persona, e inmediatamente sabes que ambos podrían ser compatibles y que ambos podrían generar los más hermosos momentos? Pues así fué.
Aquella mujer que se subió en el mismo vagón que el mío, ni siquiera me notó. Pero Oh vaya que yo la noté.
Ella era realmente perfecta. La manera en que le caía el cabello en los hombros. Su postura, pechos, piernas y su carisma.




























Sé lo que pensaron. ¿¡CARISMA!? ... Ok, lo admito. Eso lo inventé.
Pero sigamos.
















Ella estaba vestida con un sweater cafe con cuello largo, una gabardina y capucha de color cafe oscuro. De pantalón, creo que llevaba uno formal de color... Caqui.

Bien combinada ¿huh?

Son de esas veces donde todavía no sabes bien en qué situación te encuentras, pero ya andas cuestionando.. "¿Pero porqué me tuvo que pasar en éste día tan importante?"

Ni hablar, me di cuenta que el Metro iba en la dirección hacía mi trabajo, ya que en la siguiente parada, abordarón unos ancianos con bolsas marcadas con el logotipo del hospital de la Avenida, y eso fue buena señal.
Fuera de eso, no le pude quitar la mirada a esa mujer que me tenía tan cautivado. Sin embargo, tampoco me pude acercar demasiado.
Uhm... LLegué a mi parada, pero NO me quería bajar, ella se quedó sentada, como si aún le faltara mucho para llegar a su destino; Destino que YO quería saber. Y así fue... Entonces no me bajé del Metro.

¿Saben? No soy enfermo ni morboso pero no pude imaginarmela en el lado derecho de mi cama. Ya saben a que me refiero.
Uhm... Tal vez si soy algo morboso. Pero ¡Hey!.. ¡Soy hombre! y lo recalco H - O - M - B - R - E.
Y cualquier hombre que no lo admita, tiene serios problemas.


Por alguna razón, el día TAAAN importante, dejó de serlo. Cuando tuve la oportunidad de sentarme a unos 5 asientos de ella, tomé la oportunidad.
Esas vías del metro parecían interminables, pero justamente cuando pensaba eso. El píloto anunció que habíamos llegado a la última parada.

Ella se paró y dio unos pasos para salir del Metro, así que decidí salir por su misma puerta.
Oh, vaya que esa mujer es rápida, ya que ante tanta gente, casi la perdía de vista. Y ojalá así hubiera sido...
Te dan ganas de taparte los ojos y hacerte el ciego. Pero nimodo, las cosas son como son. Alguien más, ya estaba tocando sus caderas y acariciando sus labios.
Y ese alguien no era yo.
Creí que ésto podría ser mas emocionante, con un final diferente, donde yo estuviera tomando café con ella en algún centro italíano de la ciudad.



¡Rayos!... Ese día, sólo avisé que amanecí enfermo por las bajas temperaturas que nos habían acogido la noche pasada. Regresé a mi casa temprano, saludé a mi esposa y a mi hija.
Sin pensarlo fuí a la sala, me recosté en mi sillón preferido.

"Estúpido, estúpido. No hay más que hacer, sólo ahogar nuestras penas en alcohol y rezar para no ir al infierno"


-Armando-

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